Èÿù, la otra cara de Olódùmarè tomo VI



Èÿù versus Papa Legba Legba es una de las figuras más importantes dentro del panteón Vodú (Métraux, 1963), como en toda la región de los fon. Cierta leyenda dahomeyana nos relata que Legba fue el séptimo y más pequeño de los hijos de Mawu. Por esta razón se quedó fuera cuando su padre repartió el mundo entre sus hermanos, y le encomendó la tarea de visitar todos los reinos bajo el mandato de sus hermanos y, así, relatar todo cuanto sucedía (Melville y Herskovits, 1970:125-126). Es la «Divinidad que abre la barrera», por lo que es la primera en ser reverenciada antes que los demás loa: Atibô-Legba, l’uvri bayè pu mwê, Agoé! Papa-Legba l’uvri bayé pu mwê Pu mwê pasé. Lò m’a tunê, m’salié loa-yo. Vudu Legba l’uvri bayè pu mwê Pu mwê sa râtré. Lò m’a tunê m’a rémèsyé loa-yo, Abobo (Melville y Herskovits, 1970:85). 

Atibô-Legba, ¡ábreme la barrera, Agoé! Papa-Legba ábreme la barrera Para que yo pase. Cuando yo vuelva, saludaré a los loa. Vodu Legba, ábreme la barrera Para que entre. Cuando yo vuelva, agradeceré a los loa, Abobo. Legba es, en Dahomey, el intérprete de las divinidades. Sin él no podrían entenderse entre sí, ni comunicarse con los hombres. Ningún loa se manifiesta sin que Legba lo permita. Es más, al que lo haya ofendido se le prohibirá dirigirse a sus loa y se le apartará de su protección. Se dice que Legba posee «las llaves del mundo espiritual», por lo que se le compara con San Pedro. En la Santería, este honor lo tiene Ogún, ya que es el forjador del hierro. 

En el vodú de Cuba, los lugareños lo sincretizan con San Lázaro por afinidad, ya que cojea como éste y se apoya en una muletica al caminar (James, Millet y Alarcón, 1998:160). Su ropa, muy raída, demuestra su trabajo como misionero. La semántica de su nombre, dueño de la barrera, Legba-nnabaye, hace referencia a la zona intermedia que separa a los hombres de los espíritus y, como su guardián, también es, por extensión, protector de los hogares. Por este motivo se le invoca también con el nombre de Maît’habitation (señor de la habitación). Es el dueño de los caminos y las carreteras y, cómo no, de los cruces de caminos: Maître-Carrefour (Emile, 1947:57). 

Estos son frecuentados por los malos espíritus y, de hecho, son lugares propicios para las artes mágicas. Otra leyenda dahomeyana presenta a Legba como el artífice de los hechizos y de los encantamientos, por lo que siempre los preside. Se cuenta que un día creó una serpiente a la que ordenó que mordiese a todos los compradores y vendedores de los mercados. Pero que un día, la serpiente se mordió a sí misma y Legba le dijo: «dame algo y te curaré». 

Con lo que supuestamente la serpiente le ofreció, compró aceite de palma y agua y se la dio a tomar. Un día, alguien, señalando a la serpiente, preguntó a Legba: «¿Qué es aquello que muerde a la gente? », y éste le respondió: «Es magia. Traeme tres pollos, ochenta cawries y paja, y te haré una». Así fue como Legba comenzó a realizar sortilegios para el hombre (Herskovits, 1938:140). Razón por la que recibe el homenaje de los brujos y preside todas sus acciones. Antes de iniciar cualquier ceremonia, el sacerdote suplicará su ayuda y dará el primero a probar las ofrendas hechas a los loa invocados. 

El vodú presenta a Legba, en contraposición a Eleguá, con la apariencia de un anciano achacoso y harapiento, con sombrero de ala ancha de guano, una cachimba de barro (o maíz) en la boca y una bolsa de cuero al hombro (djakout), con los pies llagados, que camina, con gran dificultad debido a su cojera, apoyado en una muleta (su símbolo más representativo20). En otras ocasiones como un joven apuesto en estado viril. Su aspecto de indigente le ha valido el sobrenombre de Legba-pied-cassé (Legba pié roto) (Marcelin, 1949). Pera esta débil apariencia se contradice con la brutalidad de sus posesiones, donde arroja con violencia a la persona contra el suelo y lo revuelca en él hasta quedar inmóvil como tocado por un rayo. 

Otras veces aparece caminando, apoyado en el hombro de su esposa Adjesi (Ayisan). A ella se le representa como una mujer vieja que suele encarnarse en una culebra. Es la más viejas de las divinidades femeninas y también posee el derecho a ser servida la primera. Su emblema es la palma real, símbolo de fuerza y libertad. Tiene el poder de espantar a los malos espíritus (Deive, 1975:136). En Cuba, puede tomar picante y frotarse con él los ojos. Según narra una informante, Legba ya existía, pero al caer21 se convirtió en lua, por lo que su comida se prepara siempre asada. 

En su manyé está presente el pollo y, ocasionalmente, el chivo, ambos de color negro. Lo que recibe de la ofrenda son las plumas, la cabeza y las tripas, que se lanzan al fuego de la hoguera, como señal inequívoca de que se le entregó todo lo suyo. Esta hoguera se enciende en la entrada principal que da acceso a la casa del dueño que ofrece la fiesta. Simpson (1980:162) afirma que esta costumbre no se observa así en el norte de Haití, sino que debajo de una haz de ramas, junto a los músicos, se le enciende una vela, que luego será rociada con agua azucarada y aguardiente, junto con otra vela que indica el camino a la entrada. Con la carne de los animales y las viandas asadas se prepara un pudin en una jícara, con mucho picante, que será repartida entre los concurrentes a la fiesta. 

Los nombres de Èÿù  Los Yorùbá, sobre todo en las regiones costeras, llaman también a con el nombre de Çlégbará. Otros nombres son Elëgbá (dueño de los Ègbá), Èdÿú, Èdjù, Àgba (referido al más anciano), etc. El actor dramático y gran conocedor de la mitología Yorùbá Fémi Euba da tres nombres para Èÿù que, a su vez, define tres tipos o caracteres: Èÿù-orítà: El de los cruceros, o cruces de caminos (encrucijadas). Èÿù-ònà: El de los caminos. Èÿù-Ojà: El de los mercados (relacionado con la deidad Ojà). 

Sin embargo, el número de Èÿù es mucho más amplio, puesto que su carácter es muy difícil de encasillar, de ahí la expresión Yorùbá: Lógçmo Òrun; A-Ńláká’lůú; Pápáwàrà; A-túká-má-ÿeé-sà. El indulgente niño del Cielo, cuya grandeza se manifiesta en cualquier lugar, el más rápido y veloz, que tiene la capacidad de separar algo sin que nadie pueda unirlo jamás. Dentro del acervo cultural afrocubano existen los llamados camino, o avatares, propiciados por el propio desmembramiento de la cultura Yórùbà mediante la esclavización. Llegados a suelo cubano procedentes de distintas culturas, las deidades que gozaban del privilegio de ser patrones locales,  perdieron  esta  atribución. 

Las divinidades que presentaban ciertos caracteres comunes fueron reinterpretados como variantes de una misma entidad, es decir, como avatares.  Otro aspecto sobresaliente de Èÿù es el género. Es un Òrisá al que se le representa con falo y con generosos pechos. Sus aspectos femeninos se concretizan en deidades hembras cuyos atributos las hace simpatizantes con los aspectos de Èÿù, denominadas Ònà-Èÿù. En Cuba se le ha identificado muchas veces con San Antonio, ya que su voto de castidad lo hace indiferente a la pasión sexual y es, en consecuencia, el interruptor de las relaciones entre amantes. Tanto es así que Ifá recomienda no decirle a nadie que su pareja está enamorada de la persona, no sea que Eleguá la haga cambiar de parecer. A Èÿù (Falokun, 1992) también le denominan Èÿù ayanmo ipin, por ser el que ordena el destino humano, Èÿù onitoju ashe, el que distribuye el ashe. Ifá enseña que el Universo visible está generado por dos fuerzas dinámicas, Inalo (expansión) e Isoki (contracción). 

La primera manifestación de ambas fuerzas se produce a través de Imo (la luz) y la otra, Aimoye, de la oscuridad. La luz, en Ifá, se identifica con los espíritus masculinos denominados Òrìsà Ko y la oscuridad por los espíritus femeninos llamados Òrìsà Bo; por supuesto, ninguna de estas manifestaciones se considera mayor o menor que la otra y ambas son relevantes e imprescindibles para el equilibrio de la Naturaleza. En Ifá, Imo y Aimoye nacieron, al mismo tiempo, de la matriz del Universo invisible, Imole, la casa de la luz. En esta casa existía una sustancia que transformó el potencial espiritual en realidad física, y esa sustancia invisible, que se mueve entre estas dos dimensiones, es lo que definen como Ashe. El tablero de Ifá representa el Universo. Y se divide en cuatro partes a través de los ejes cardinales. 

Los dos cuartos superiores representan Ikole Orun (el cielo), mientras que los dos inferiores Ikole Aiye (la tierra). Las dos secciones de la derecha (arriba y abajo) representan el futuro, ayanmo ipin, mientras que las dos de la izquierda representan, entre otras cosas, el pasado, iwe itan. Ambas fuerzas permanecen, al mismo tiempo, latentes en distintas dimensiones. En el centro representativo de este Universo, se encuentra Ita Orun, lugar donde vive Èÿù y, a él, se llega por tres caminos distintos. Ita Orun es el mundo real invisible, en donde se recibirán las bendiciones o los castigos en la transición entre la vida y la muerte o entre la muerte y la vida, puesto que este camino va en las dos direcciones. El tercero es Olotoju ona orun (el guardián de la puerta de pasaje a la fuente) que es el camino que conduce a iwa pele (Falokun, 1991) Èÿù es el guardián de estas puertas, por lo que toda ceremonia comienza y termina con sus oraciones y rituales. 

Así que Èÿù es la dinámica de la existencia total, la energía y, ya sea positiva o negativa, siempre será necesaria para propiciar la vida. Como ya hemos visto, cada Òrisá vino de Ìkólë-Orun (el mundo invisible, el Cielo) a Ìkólë-Ayé (el mundo visible, la tierra) acompañado de su respectivo Èÿù. Estas manifestaciones difieren algo de una comunidad Yorùbá a otra. Falokun Fatumbi (1992) explicita lo siguiente respecto a Èÿù: Agbo ato, el tema de estudio de los caminos de Èÿú es compleja. Hay un Èÿù para cada Orisa y hay un Èÿù para cada Odu; y en algunas zonas hay un Èÿù para las comunidades y egbes específicos. 

Los ancianos tradicionalistas con los que he hablado me dicen que sólo hay un Èÿù y que los caminos describen los diferentes trabajos que Èÿù hace en el contexto del ritual. Enumerando aquí los diferentes caminos tal como yo los conozco. Se trata de una lista parcial en el mejor de los casos. También incluyo los nombres de alabanza que describen el carácter de Èÿù. Estas dos listas representan distinciones sutiles y el esfuerzo para diferenciar el camino y el nombre de la alabanza, es uno de los muchos retos del aprendizaje y de la comprensión litúrgica Yorùbá. En mi experiencia, por más que exploramos la lengua litúrgica de Ifá, más somos capaces de llegar apreciar la profundidad de la sabiduría de nuestros antepasados. 

Ona Èÿù Así se denominan las diferentes manifestaciones de este Òrìsà. Ya dijimos que Èÿù son las diversas configuraciones que posee la energía, y que cada Òrìsà, y cada ser viviente, pasó del mundo invisible (Orun), al mundo visible (Aiye) con sus respectivos Èÿù. En algunas comunidades Yorùbá, estos Ona Èÿù, o caminos de Èÿù, difieren un poco, mientras que en otras son casi idénticos. El nombre no es lo fundamental a tener en cuenta, ya que sólo deberíamos basarnos en las actividades comunicativas que él establece con las diferentes deidades de las que necesitamos su asistencia, puesto que todos se generaron a partir de Bàbá Èÿù. 

Según Falokun (1992), en Ode Remo, estado de Ògún (Nigeria), son 21 los ona Èÿù: Èÿù Oro: El divino mensajero de la palabra, la comunicación verbal; es la palabra que salva y la que perjudica. La palabra es la traducción del pensamiento humano, es la comunicación entre todos los hombres e incluso, bajo ciertos estados de vibración, su resonancia logra comunicarnos con los Òrìsà, Egun y Olodumaré. Èÿù Opin: Es el que establece los límites de un espacio, desde una simple estera o cuarto, hasta un territorio o un país. También se ocupa de los espacios naturales denominados Igbo, bosques consagrados a los diferentes Òrìsà. También de los conflictos que en entre estos limítes se crean. Èÿù Alaketu: Está firmemente asociado al Òrìsà Oshun. Es el encargado de la  
sensualidad y la sexualidad, del amor y de la degeneración física y moral que estos sentimientos originan. Èÿù Isheri: Muy ligado al Òrìsà Osanyin. 

Este Èÿù es el encargado de dar el ashe o el poder benéfico o maléfico de las plantas. Este poder está estrechamente vinculado al rocío del amanecer, por lo que es conveniente recolectar los ewè (plantas) a primera hora de la mañana. Èÿù Gogo: Es el Èÿù de la justicia; del pago y del cobro de las deudas contraídas entre los humanos y los Òrìsà. El que paga se salva y el que no recibirá el castigo de los adeudados, o no recibirá la ayuda de las divinidades invocadas. Èÿù Wara: Es el encargado de las relaciones personales, la estructura familiar y la comunidad en general. Se le asocia a la confusión. 

Èÿù Ijelu: Encargado de los tambores y de la música en general. Con la música manifestamos los sentimientos, se liberan las tensiones o se manifiestan e, incluso, se llega al éxtasis en la comunicación con las deidades. Èÿù Aiyede: Es el Èÿù de las sagradas escrituras, el de la comunicación entre Orun y Aiye. Comunica a los hombres con todas las dimensiones existentes, dándoles ideas buenas y malas. Es el que lleva nuestras oraciones y da la luz a las visiones proféticas. Èÿù Odara: Está considerado el Èÿù por excelencia. Ligado a Õrúnmìlà, es el Èÿù de las transformaciones, lo mismo de bueno para malo, que de malo para bueno. Es el primero en recibir todo lo que se consagra al Òrìsà o a Ifá, ya que se necesita una transformación para cambiar el destino/comportamiento de los iniciados. 

Èÿù Jeki Ebo Da: Es el que rige los sacrificios. Dirige las secuencias y las manifestaciones de la rueda de la vida, que establece que para que unos vivan otros tienen que morir. Èÿù Agongon Goja: Se encarga de los utensilios, las ropas y otros enseres de los humanos. Establece las relaciones comerciales. Es el Èÿù de la vanidad y de la ambición desmedida. Èÿù Elekun: El de los cazadores, el que persigue, prende, encarcela o libera. Está relacionado con las actividades de la caza y de los animales domésticos. Èÿù Aarowoje: El de los medios de comunicación y transporte. Èÿù Lalu: Es el divino mensajero de la danza y los movimientos, tanto corporales como el de los órganos vitales. Es la secuencia y el ritmo. 

Èÿù Pakuta Si Ewa: Es el encargado de destruir la belleza, de conducir a todo ser vivo del nacimiento a la vejez. Es el que produce interés por las cosas y los misterios de la antigüedad. El que establece la medida del tiempo: principio y fin. Èÿù Kewe Le Dunje: Este Èÿù rige los comportamientos mentales humanos: la alegría, la compasión, la tristeza y la violencia. 

Es precisamente al que se invoca y se le pone cosas dulces para que alegre nuestras vidas. Èÿù Elebara: Asociado con el Òrìsà Ògún, es el Èÿù de la guerra y de la paz, de la protección comunal. Èÿù Emalona: Es el denominado quinto camino, el que establece los movimientos entre las diferentes dimensiones de Orun. Es el portero entre el mundo visible y el invisible. Èÿù Laroye: Se dice que es el que más habla. Es el maestro, el instructor, el que dirige y encabeza. Èÿù Ananaki: Este Èÿù es al que denominan Ánima Sola, es el de la soledad, la tristeza, la depresión, el que manda en los desiertos y lugares solitarios. 

Èÿù Okoburo: Establece los movimientos sociales, el desarrollo, que crea insensibilidad y el atraso, que crea unificación y hermandad. Es el encargado del avance tecnológico. En la diáspora, los diferentes tipos de Èsú-Elégbàrà o Èsú-Bàrà poseen infinidad de caminos o pasajes, de acuerdo con las funciones que cumpla y con las características que adquiera en cada situación. Algunos de estos caminos son: Èÿù Lode: Considerado el Èÿù de las calles, el del exterior, el de afuera. Es bastante brujero y se dedica a vagabundear por los caminos vestido con harapos. De vez en cuando anda por el monte cazando, pues ésa era su profesión cuando vino a Aiye. Recibe las ofrendas en los cruces de caminos y en los campos abiertos. 

Su asentamiento se ubica siempre en una casita afuera del Ilé-Osà, o al borde de un camino. Es compañero inseparable de los Òrìsà Ògún y Òsòósì. Sus números son el 7 y el 21. No acepta a las mujeres. No se le ofrendan bebidas alcohólicas porque cuando vivía en el Mundo, a causa del alcohol, se olvidó de sus deberes, quebró su prohibición y perdió todo lo que tenía. Èÿù Ìgídé: El que abre los caminos en los montes. Trabaja junto a Osányìn, del que aprendió todo lo relacionado con las hierbas y sus cualidades. 

Èÿù Kaminàlowá: Abrir los caminos para las Almas de los que acaban de morir. Además, calcula el tiempo de vida que les queda a las personas. Es mensajero de Sànpónná, Òrìsà con dos caminos, Obaluaiye y Omulú. Èÿù 'Karajéu: Este es uno de los apodos que recibió Èÿù al ayudar a Oya, cuando escapaba de Sàngó tras una violenta discusión. Cuando Sàngó le arrojó un rayo, Èÿù lo atrapó y se lo lanzó de nuevo; Sàngó, soprendido ante la falta de respeto de Èÿù, abrió la boca y se tragó el rayo, que le lastimó la garganta y el pecho. Àkarajéu significa justamente «el que recoge el rayo y se lo hace tragar». Èÿù Aselu: Es el que trabaja al servicio de los Òrìsà mayores, principalmente los funfun22.

 Se le considera una especie de joven vigilante o guardián, muy atento a las faltas que puedan cometer los hijos del Ilé-Osà. 

Èÿù Ijelú: Se destaca por su participación en los bailes y toques de tambores. Se presenta como un niño travieso. 

Èÿù Alàlúbanse: El dueño de todas las cosas que se estén ejecutando o realizando. Es el portero de las puertas que conducen a la realización de algo, por esto es imprescindible darle una ofrenda antes que a nadie o nombrarlo pidiendo su permiso para lo que se esté por hacer. 

Èÿù Diki: El que ayuda a forjar las amistades. Une a las personas implicándolos en tratar bien a los demás, agasajándoles con fiestas y banquetes. Se siente atraído por las reuniones sociales de todo tipo. En su aspecto negativo hace que dichas reuniones terminen en riñas desagradables y escándalos.

 Èÿù Dare: A través de su función como mensajero contribuye a que sea posible la obtención de las bendiciones enviadas por Olódùmarè. 

Èÿù Bàrà 'dage: El que trabaja con las serpientes en general, usa el machete y la hoz. Compañero de Ògún en los campos y los montes. 

Èÿù Bàrà 'lajiki: Es bastante revoltoso, de apetito voraz y caprichoso. Nace en Ogúndáloso y representa aquello que no se espera, la sorpresa. 

Èÿù Bàrà kikeiyo: Tiene tendencia a trastornar las cosas y a confundir a la gente. Vive en los montes, entre los matorrales. 

Èÿù Bàrà Gbó: También conocido como Èÿù Gbó bàrà, es un guardián que essiempre a la expectativa de todo lo que se habla para transmitírselo a los Òrìsà y, si fuera el caso, al adivino que usa los cauríes. Cuando no se le tiene bien atendido crea enredos y problemas entre las personas que frecuentan el Ilé. 

Èÿù Bàrà'lòna: El dueño de los caminos. Se le encuentra generalmente apostado en los mismos, modificando los distintos caminos que deberán tomar las personas, según su comportamiento y los ebo que hayan realizado. 

Èÿù Birí: Nació para ver los problemas y encontrar las soluciones, o viceversa. Vive en los caminos y está siempre de viaje. Existen también otros como 
Èÿù -Bàrà 'lasuajó, Èÿù Bàrà 'lasikú, Èÿù Bàrà iye, Èÿù Àgbàlonké, Èÿù Elégba 'laroye, Èÿù 'lana, Èÿù Yangi, Èÿù Okúbòrò o Bòròkú, Èÿù Araidi, Èÿù Gberú, Èÿù Lolu, Èÿù Tolabí, Èÿù 'Janadá, Èÿù 'Wé, Èÿù Onibodé, Èÿù Biribí, Èÿù Birin, Èÿù Girijelú, Èÿù Elufé, Èÿù 'Ná, Èÿù Odara, Èÿù Kolofó, Èÿù Marimaiyé,  Èÿù Obasin, Èÿù Alakétu, Èÿù Onini-burukú,  Èÿù Osiká, Èÿù Arere, Èÿù Alawana, Èÿù 'De, Èÿù ‘Bikuyin, Èÿù 'Beloni, Èÿù Alagbòna, Èÿù Okàn, Èÿù Ebi, etc., así hasta un total de ciento uno, de los que ya trataremos en otra ocasión. 

No comments:

Post a Comment